martes, 30 de noviembre de 2010

VIOLENCIA ESCOLAR

En el  país se ha significado el problema de la violencia escolar desde ciertas informaciones que se transmiten a través de los medios de comunicación y desde ciertas sensibilidades reactivas, instaladas en la estructura del sistema educacional, que dan origen a operaciones y dispositivos de explicación e intervención en los centros escolares.

Esta significación se concentra fundamentalmente en ciertos actos que se denominan violentos efectuados por niños y jóvenes entre ellos o hacia el profesorado. La significación entonces, alude a un solo actor educativo, aquel que tiene la función de “aprender” dentro del sistema. Aprender activamente, en estos tiempos de reforma. Más aún se afina la atención en torno a ciertos niños y jóvenes que se han constituido en los años noventa, en objetos focalizados de atención de las políticas sociales. Se trata en su mayoría de aquellos niños y jóvenes que ingresan en las últimas décadas a la educación formal y que se mantienen en forma irregular en el sistema (abandono, retraso, deserción).

El seguimiento de este proceso de intervención nos indica que tanto desde la opinión pública como desde los mismos establecimientos se omiten reflexiones que contextualicen el tema y observen desde diversos ángulos el problema. No hay historia ni significaciones simbólicas en torno al tema. Los “hechos de violencia” retratados en los diarios y la TV pertenecen al mundo plástico del rating. No se conciben para ser articulados en argumentos de debate ni en estudios longitudinales. Así, la presentación recurrente de estos hechos dan la impresión de que las escuelas viven un desastre en sus relaciones cotidianas, que los profesores sufren como víctimas, que los alumnos son potenciales delincuentes. Las salidas se visualizan en torno al desarrollo de mecanismos normativos y de control.


FENÓMENO BULLYING EN LAS ESCUELA
El fenómeno de bullying o intimidación suele aparecer desde el sentido común y desde los medios de comunicación como el paradigma para comprender las agresiones en el contexto escolar, y como tal, a ratos todo acto de agresión en la escuela parece quedar cubierto bajo el amplio paraguas que aguanta el concepto.

Muchos son los mitos que existen hoy para comprender la complejidad de este fenómeno social. La tendencia es enfrentar esta problemática con conceptos preestablecidos, que nos impiden ver las causas verdaderas, visualizar la mejor manera de abordar la situación o encontrar claramente la solución.

El bullying hace referencia a un grupo de personas que se dedican al asedio, persecución y agresión de alguien, o bien a una persona que atormenta, hostiga o molesta a otra. Las características son variadas, pueden ser ataques o intimidaciones físicas, verbales o psicológicas, destinadas a causar miedo, dolor o daño a la víctima. Se constituye por medio del abuso de poder, del más fuerte hacia al más débil, con evidente ausencia de provocación por parte de la víctima. En las escuelas tiende a expresarse en repetidos incidentes entre los mismos niños o jóvenes durante un tiempo largo y sostenido.

Hoy existe una gran contención institucionalizada de las energías propias de los estudiantes. Es posible que la violencia se manifieste por la inexistencia de un cauce pedagógico en el aula.


En relación al poder ejercido
(Pikas, 2002)
Simétrico
Asimétrico
En base a
la relación
violencia /
escuela
(Charlot, 2002)
Violencia en la escuela
peleas, pandillas, juego violento
bullying, juego violento
Violencia hacia la escuela
agresiones a profesores, robos, daño intencionado a la propiedad educacional
Violencia de la escuela
agresiones padres-profesores
castigos físicos, maltrato psicológico de profesores
Violencia en el entorno educacional
entre grupos de estudiantes de diferentes colegios

Bullying
 

Diariamente se aplican metodologías que lejos de estimular a niños y jóvenes, inmovilizan sus energías y simplemente los estudiantes se aburren dentro de las escuelas. La escuela les ofrece estudios teóricos o prácticos, evaluaciones y calificaciones que operan como presión personal, institucional y social, generalmente espacios libres pequeños en relación con la población escolar y, lo que parece más grave, una interpelación del sistema educativo a una excelencia académica que se mide exclusivamente a través de pruebas estandarizadas.

Sin ninguna duda falta una propuesta pedagógica que compatibilice la cultura escolar con la cultura infantil y juvenil. Se requiere organizar espacios vitales (self-space), para que de manera fluida y natural, los niños y jóvenes copen dichos espacios y los sientan como propios, jueguen distendidos, se distraigan sanamente, manifiesten sus expresiones del arte, sus juegos propios y acordes a su edad, cultiven la música, los deportes, el aire libre y la naturaleza y la sana entretención. Enseñarles que la contemplación, el uso y preservación de los espacios naturales y físicos son propios del ser humano y que deben ser respetados por todos quienes convivimos diariamente.

Los directivos, los profesores de aula, los adultos, los padres y apoderados, necesitamos desarrollar una ética del convivir, asumiendo que la otra persona humana es nosotros mismos expresados en la convivencia amistosa de la cotidianidad. Necesitamos asumir una vocación hacia una cultura pacífica y proactiva, que promueve la tolerancia y el amor al prójimo (próximo, cercano).

Dejemos de pensar que la tendencia hacia un incremento de la violencia en los establecimientos escolares es sólo un problema de los profesores. No nos convirtamos como la mayoría en espectadores ajenos al fenómeno de la violencia. Debemos asumirla como un desafío presente en todos nuestros espacios, en el hogar, en los microbuses, cuando conducimos, cuando increpamos, cuando no respetamos el entorno, cuando vociferamos…ya que, probablemente, nuestros hijos aprendan a ser violentos, agresivos, increpadores, vociferantes, carentes de respeto por las demás personas y el entorno.

Dejemos de creer que podemos continuar siendo personas y profesionales de la educación que no siendo víctimas ni agresores permanecen como simples espectadores de los actos violentos, sin hacer nada.

Referencias
CORSI, Jorg y PEYRÚ, Graciela. Violencias Sociales. Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.. Año 2003
NÁJERA, Eusebio. Convivencia Escolar Y Jóvenes: Aportes de la mediación escolar a la transformación de la  educación media. Ed. PIIE. 1999.

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